En los últimos años se ha visto un importante aumento en los casos de suicidio infantil y niños(as) con depresión, ansiedad, trastornos de alimentación, adicción a pantallas y videojuegos, problemas de
autoestima, entre otros, que han afectado su desarrollo y crecimiento. No obstante, lo anterior podría ser el resultado de la falta de límites, normas claras y acompañamiento de los padres o cuidadores.
De esta forma, la raíz del problema inicia cuando el adulto responsable, encargado de brindar las herramientas necesarias para una adecuada crianza e inteligencia emocional, desconoce el funcionamiento del cerebro y los procesos que suceden durante cada etapa de crecimiento.
Las denominadas ‘pataletas’ que en realidad son ‘desbordes emocionales’, son una clara muestra de lo anterior, puesto que demuestran la incapacidad del niño(a) para autorregular sus emociones. Es por ello que es importante entender en qué momento son capaces de reconocer la emoción que los invade y en qué situación existe la capacidad de responder de forma adecuada ante esa emoción.
Para lograr entender un poco mejor qué pasa en el cerebro del niño en sus primeros años, se debe comenzar por comprender que el niño(a) no es un adulto pequeño y que a medida que se va desarrollando, mejoran las habilidades de lenguaje y motricidad, asimismo, su cerebro va madurando y adquiriendo competencias sociales y cognitivas que le permiten reaccionar de forma adecuada.
Entonces, ¿qué es lo que está pasando en el cerebro de los niños?, ¿por qué no hacen lo que queremos? ¿por qué no dejan de llorar cuando necesitamos que lo hagan?; la respuesta es una sola: porque su cerebro no está listo para responder de una manera diferente.
Es decir, las emociones se mueven hacia aquello que consideran agradable y se apartan de lo que les resulta aversivo, adquiriendo un papel fundamental en la toma de decisiones y la solución de conflictos. Ante todo, hay que saber que existen las emociones primarias, las cuáles son: ira, desagrado, miedo, tristeza, alegría y sorpresa; y también existen las emociones secundarias, las cuales son producto de la interacción de las primarias con experiencias del individuo como el amor, la frustración, la culpa o el orgullo.
Por otro lado, existe la hipótesis del “cerebro triunfo” que explica que el cerebro se desarrolla desde atrás
hacia adelante y su evolución se clasifica en tres estructuras:
- El Cerebro Reptiliano: Se encarga de las respuestas básicas de supervivencia como luchar, huir o inmovilizarse, asimismo de las funciones vitales como la respiración, el equilibrio y la digestión, es por ello, que cuando esta zona del cerebro está activa el ser humano se vuelve agresivo, instintivo e impulsivo.
- En el caso de los niños(as) se activa cuando se ven enfrentados al peligro o la amenaza, es decir un golpe, un grito o la falta de atención, por ende, en los primeros años de vida está será la primera respuesta ante cualquier estímulo, es decir que el niño(a) no está siendo “grosero”, “malcriado” o “consentido”, es que es la única forma en que su cerebro le permite responder.
- El Cerebro Emocional / Sistema Límbico: Esta parte del cerebro se encarga de la expresión, regulación, sentimientos (respuestas emocionales), memoria, aprendizaje y atención.
- Por ende, cuando se trata de las respuestas emocionales, estas estarán mediadas por las vivencias previas del individuo, es decir que el niño(a) a partir de sus tres años comienza a responder ante las emociones que siente con las herramientas que ha visto en su entorno, si ha aprendido que al sentir ira puede golpear, esta será su reacción; o si por el contrario, ha visto como los adultos dan ejemplo de comunicación y empatía así mismo comenzará a responder.
- El Cerebro Consciente / Neocorteza: Esta se activa a partir de los 4 años y termina de madurar entre los 21-25 años, además se encarga de las funciones mentales superiores como la cognición, atención selectiva y razonamiento, que es la habilidad de reconocer y manifestar las emociones, además de la expresión de los sentimientos.
- Es importante mencionar que la capacidad de atribuir pensamientos e intenciones a otras personas como la manipulación, solo se desarrollará a partir de los 7 años, por ejemplo: “Si empiezo a gritar muy duro mis padres se sentirán avergonzados y van a comprarme ese juguete que tanto quiero”
Luego de conocer las características del cerebro infantil, las cuales van acorde al proceso de desarrollo neuronal en el que se encuentren, se puede entonces comprender el por qué los niños(as), sobre todo aquellos que están en sus primeros años de vida, no tienen la capacidad de autorregularse, siendo incapaces de controlar sus reacciones como llorar, gritar, rechazar el contacto físico, golpear y gritar ante una situación en la que se sienten en peligro, entre otros comportamientos que se destacan en la primera infancia.
Además de no tener la capacidad de autorregularse, entender qué es lo que sienten, cómo se llama esa emoción o qué la desencadeno, su cerebro aún no está listo para responder a estas preguntas y tomará
varios años hasta que logren tener la capacidad de responder de una forma diferente ante su entorno, mientras tanto serán los cuidadores quienes den las bases y herramientas emocionales.
Es por esto que los niños requieren del acompañamiento de un adulto durante el proceso de crecimiento, manteniendo la calma por medio del respeto y el amor, ayudándolos a controlar los desbordes emocionales o pataletas.
Autora: Lorena Martínez, Residente Pediatría Universidad Libre seccional Cali, segundo año. Fundación Clínica Infantil Club Noel.
Referencias:
- Bear M, et al, Neurociencia, explicación del cerebro, 4 ed, 2016.
- Aguado L. Procesos cognitivos y sistemas cerebrales de la emoción. Rev Neurol 2002; 34:1161-70
- LeDoux J. El cerebro emocional. Méx, Editorial Planeta; 1999
- López Mejía, et al, el sistema límbico y las emociones: empatía en humanos y primates, psicología iberoamericana, Méx, Vol 17, pág. 60-69, 2009
- Velásquez M. Estilos de crianza: una revisión teórica, rev. Teórica, Perú, 2020