La conducta suicida

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la conducta suicida como “una secuencia de eventos que se da de manera progresiva; en donde los casos inician con pensamientos e ideas que se siguen de planes suicidas, en el que se incluye el plan estructurado de la ideación, el intento y el suicidio”, es así como esta conducta es un resultado no deseado de la salud mental, puesto que no es considerada como un diagnóstico en sí, pero, es un evento de notificación obligatoria desde el 2016 en Colombia.

Este fenómeno a nivel mundial se encuentra entre las tres primeras causas de muerte en las personas de 15 a 44 años, las cuales tienen origen multifactorial como biológicos, sociales y culturales, estos datos se ven reflejado también a nivel nacional, puesto que, este incremento puede estar influenciado por la situación de la pandemia generada por el SARS COVID–19, la cual ha ocasionado cambios en la dinámica familiar y social, afectando directamente a la población infantil.

Es así como en la Fundación Clínica Infantil Club Noel, se han realizado aproximadamente 120 intervenciones a niños, niñas y adolescentes que han presentado situaciones relacionada con la conducta suicida durante el 2020 y lo trascurrido del 2021. No obstante, se presume un sub-registro de esta información, teniendo en cuenta que, hay familias que no han consultado a los servicios de Urgencias por miedo a la situación de la pandemia o por temor a la discriminación, estigmatización y juicios de valor, por lo tanto, sólo expone relatos de intoxicación, problemas de consumo, agitación psicomotora, ansiedad y depresión en los niños(as).

Los procesos de atención desde la institución se realiza desde un enfoque integral, iniciando con una atención por Medicina General y Pediatría, quienes en el momento de la valoración identifican factores de riesgos y realizan la respectiva remisión al servicio de Trabajo Social, Psicología y Psiquiatría, así mismo, se brinda atención con otros subespecialidades, tales como Gastroenterología, Infectología, Intensivistas pediátricos, entre otras, las cuales dependen del mecanismo que la víctima haya utilizado durante su conducta y el nivel de afectación que tuvo.

Los factores de riesgo varían en cada caso y hay que realizar un análisis particular, debido a que, según los rasgos comunes que se han encontrado desde el Área de Trabajo Social del Club Noel durante la atención de pacientes y sus familias se encuentra que:

  • Las mujeres por lo general presentan un mayor número de consultas al servicio de Urgencias por presentar esta conducta, sin embargo, sus mecanismos no son tan contundentes, se presentan cutting, ingesta de plaguicidas e intoxicación por medicamentos.
  • Los hombres, quienes presentan un número menor de consultas, sus mecanismos son más determinantes tales como lanzamientos en altura, ahorcamientos, entre otros, los cuales puede generar el cumplimiento del acto.

Otro factor a tener en cuenta, es el ciclo familiar, en este se identifica la etapa de adolescencia es la que presenta mayor consultas al servicio de Urgencias, esto puede ser interpretado por los diferentes cambios que se presentan a nivel personal, biológico, social y familiar, los cuales pueden generar agobio en la persona afectando su salud mental.

Se ha encontrado situaciones familiares que permean una inestabilidad emocional en el adolescente, entre ellos, débil vínculo afectivo con su cuidador, lo cual, no le permite identificar una figura protectora y orientadora en su proceso de crecimiento y desarrollo, estos tienden a tener pocas normas y límites claros, son permisivos o autoritarios y ambas formas, afecta el reconocimiento como figura de autoridad y de orientación en esta etapa.

En las entrevistas realizadas desde el Área de Trabajo Social se han encontrado factores de riesgo de índole familiar como antecedentes de violencia física, sexual o negligencia, donde la víctima no se le ha brindado una atención integral. Así mismo, se encuentran adolescentes con intento previo de suicidio, duelos no resueltos, con diagnóstico de depresión y/o ansiedad o consumo se SPA, sin adherencia a los procesos terapéuticos, hechos que pueden desencadenar en una conducta suicida.

Entre los factores de riesgo a nivel social, se hallan adolescentes pertenecientes a grupos vulnerables que en condición de  desplazamiento forzado, migrantes, orientación sexual e identidad diversa, en proceso de auto-reconocimiento o con situaciones de discriminación por parte de la red familiar; o jóvenes con antecedentes de bullying. A su vez, un gran número significativo de niños pertenecientes a comunidades indígenas que han ingresado por intento suicida, ello podría estar relacionado por el no reconocimiento y discriminación de sus prácticas culturales, de ahí que se hace necesario un trabajo interdisciplinario e intersectorial entre IPS, EAPB y cabildo indígena para la atención y seguimiento respectivo.

La pandemia por SARS COVID – 19, ha generado un impacto en los niños, niñas y adolescentes, entre los que se encuentra el confinamiento y las restricciones de las salidas, lo cual que ha afectado principalmente los procesos de socialización con sus pares, obstaculizando las habilidades sociales y procesos de aprendizaje que se adquiere mediante la comunicación y la relación con los demás.

Es así, como la tecnología ha sido una de las estrategias para lograr sostener una comunicación con el otro, dando como resultado, el aumentado del uso de los medios electrónicos por parte de los menores, como el celular, tablet, computador, entre otros que les permite acceder a la educación. Sin embargo, también tienen acceso a redes sociales como WhatsApp, Facebook, Instagram y TikTok, lo que ha ocasionado el aumento de las problemáticas, de las cuales los menores no están preparados, además, se ha identificado que no hay una supervisión adecuada por parte de un adulto en el momento en que se hace uso de dichos elementos, lo que permea que sean víctimas de acceso a pornografía o contacto con personas con influencias negativas que los direccionan a retos construidos como la ballena azul, la cual tiene un direccionamiento de atentar contra la propia vida.

Es por eso, que la prevención de la conducta suicida, implica un compromiso de todos, cada persona en su respectivo entorno: familiar, comunitario, escolar y laboral y los diferentes sectores salud, educación, recreación y trabajo, puede aportar para el mejoramiento de la salud mental de los niños, niñas y adolescentes, para ello se recomienda:

  • Fomentar la construcción de espacios para el desarrollo de habilidades, entre ellos, la tolerancia a la frustración y toma de decisiones.
  • Prevenir situaciones de violencia social, familiar y sexual.
  • Abordar situaciones de pérdidas y duelos, reconociendo las diferentes formas de expresión emocional.
  • Acceder a actividades durante el tiempo libre enfocadas en las interacciones sociales, eventos recreativos y culturales.
  • Consultar a un especialista o al servicio de urgencias, cuando se identifique conductas de riesgos.
  • Garantizar adherencia terapéutica y/o farmacológica.

Por último, existen diferentes estrategias orientadas a la prevención de diferentes situaciones que ponen en riesgo el desarrollo integral de las niñas, niños y adolescentes, entre las que se encuentra la línea gratuita 141 del ICBF,  y la línea 106, Corpolatin, las cuales brindan atención y orientación a menores con situaciones de riesgo.

Escritor por:   John Alejandro Salcedo, Trabajador social de la Fundación Clínica Infantil Club Noel 

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